Crítica de LOS MIÉRCOLES NO EXISTEN en el Teatro Fígaro

Los miércoles no existen es una obra divertidísima. Tiene un ritmo constante, unos diálogos magníficos y unos personajes tan reales y diferentes que podrían ser nuestro vecino, una ex o nuestro mejor amigo.

Seis personajes, cinco años y diez acontecimientos que aparentemente no están relacionados. Protagonistas de su historia y figurantes de otras ajenas, tan concentrados en sí mismos que son incapaces de darse cuenta de lo que pasa a su alrededor, quizás por casualidad, quizás por el destino. Así podría resumirse Los miércoles no existen. 

Una enorme pizarra con fechas y títulos que van rodeando con tiza los personajes a medida que avanza la historia nos guía a través de esta maraña de acontecimientos desordenados que, al acabar la obra, nos han hecho reflexionar sin habernos dado cuenta. No hay cuarta pared, el teatro es el verdadero escenario de la obra. Los actores bajan al patio de butacas constantemente, algo que no hace más que reforzar la idea principal de la obra: nosotros mismos somos figurantes de la historia que protagonizan otras personas.

Los miércoles no existen es una obra divertidísima. Tiene un ritmo constante, unos diálogos magníficos y unos personajes tan reales y diferentes que podrían ser nuestro vecino, una ex o nuestro mejor amigo. Vida misma encima de las tablas. Todo ello armonizado por una guitarrista y cantante con una voz genial y canciones tan dispares como Friday, I’m in Love (en este caso Wednesday, I’m in Love) de The Cure, o La Bien Pagá.

Al contrario que en otras obras, los actores no son fijos, sino que hay varios elencos, con distintas combinaciones. Bárbara Grandío, Diana Palazón, Irene Anula, Luis Callejo… La interpretación de todos ellos es sobresaliente, aunque Gorka Otxoa está pletórico. Consigue hacer humor desde el drama que vive su personaje de una forma tan natural que es muy elogiable. Lo mismo sucede con William Miller, que se pone en la piel de Hugo: un tío canalla, ligón, y muy gracioso sin querer serlo.

El único inconveniente, y que no tiene nada que ver con la obra, es el del sonido. Parece que el Teatro Fígaro sigue empeñado en no microfonar a sus actores, ya que, por muy alto que hablen, no es suficiente para las últimas filas. Algo que deberían replantearse seriamente, porque deslucen bastante el resultado de un trabajo bien hecho.

En definitiva, una dramedia romántica que estoy seguro de que cualquier día veremos en la gran pantalla. Una obra que consigue hacerte sentir protagonista y figurante, que nos lleva a reflexionar sin quererlo a base de carcajadas y que, de una forma u otra, nos hace querer que los miércoles no existan jamás.

premios bitacoras

Apoya la cultura clickando en la imagen. Nos puedes votar hasta 3 veces. Categoría Arte y Cultura.

¡Muchas gracias!

Dirección: Maite Pérez Astorga y Peris Romano
Texto: Peris Romano
Reparto: Gorka Otxoa, Diana Palazón, Eva Ugarte, Luis Callejo, Irene Anula, Daniel Muriel, Alicia Rubio, Iñaki Ardanaz, William Miller, Armando del Río, Marta Solaz, Daniel Guzmán, Monica Regueiro, Javier Rey, Bárbara Grandío, Javier Albalá

Los miercoles no existen en el Teatro Fígaro

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.