La bondad y el humor absurdo de Miguel Mihura en MARIBEL Y LA EXTRAÑA FAMILIA

¿Existe la bondad al límite de la inocencia o nadie es tan bueno como parece? ¿Debemos de pensar mal de todo el mundo? Cariño, amor y mucha intriga se entrelazan entre las líneas que Miguel Mihura escribió hace más de 50 años en Maribel y la extraña familia. Fue en 1959 cuando la gran comedia de Mihura se estrenó en las mismas tablas que ahora se representa, el Teatro Infanta Isabel de Madrid.

La historia se centra en una prostituta de barra americana que aterriza en una casa familiar donde dos ancianas encantadoras la reciben como la prometida de su hijo Marcelino, un joven que llega a Madrid con el único objetivo de conseguir una esposa que le haga olvidar un trágico episodio acaecido recientemente y que ha movilizado a toda la familia. Una especie de Cenicienta o Pretty Woman de los años 50.

Dirigida por Gerardo Vera, la obra se ambienta en tres escenarios (el salón Oasis, el salón de Doña Paula y el dormitorio de la casa del pueblo) que muestran la realidad española de aquellos años con un humor transgresor y revolucionario para la época. Una obra popular y clásica del teatro español, una comedia de las que no te decepcionan ya que es una apuesta segura.

Maribel y la extraña familia cuenta con un cartel de nueve actores entre los que destacan los personajes femeninos: las entrañables Doña Paula (Alicia Hermida) y Doña Matilde (Sonsoles Benedicto), las pícaras Maribel (Lucía Quintana) y Rufi (Lidia Otón), la agorera Pili (Chiqui Fernández) y la infantil Niní (Macarena Sanz). Lo completa el plantel masculino con Marcelino (Markos Marín), Don José (Abel Vitón) y Don Luis (Javier Lara) que tienen un protagonismo más secundario, aunque todas las interpretaciones son notables por igual.

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