Un actor sin texto, un músico sin partitura, una obra sin dirección, vamos es Teatro en Bolas. Un músico y un actor dan sentido a las propuestas conectando causalidades y casualidades gracias a un público que aporta, inspira, sugiere y se implica. Los artistas que se atreven con este teatro improvisado son el músico Jandro Legido y el actor Miguel Rabaneda, a quién entrevistamos para saber más del espectáculo que él mismo ideó.
Teatro en Bolas es «teatro porque contamos y cantamos historias. Es «en bolas» porque actor, músico y técnico de sonido e iluminación creamos desde cero, con el impulso inspirador de las ideas del público». La idea surge de «las incontables formas de narrar, la improvisación teatral me parece la más pura, directa, honesta y disparatada. En este arte he encontrado las herramientas necesarias para inventar, desde el aquí y el ahora, a través de la narración, el sketch o la canción. Y además, ¡el vértigo de improvisar despierta toda la droga natural que un ser humano pueda segregar en hora y media!».
No tener guión es un reto al que muy pocos se atreven, pero Miguel tiene claro que prefiere la improvisación a estar guionizado «sin duda. Es una experiencia más heavy que el rock and roll, sin guión ni partituras«. Pero que sea improvisado no significa que no haya una preparación detrás: «Sin preparación no hay improvisación teatral. Hay que entrenar la «escucha» de los cinco sentidos, de los compañeros, la música, y jugar las energías propias y de lo asistentes. No puedes dejar de entrenar e investigar la técnica y los recursos de las infinitas formas de transmitir un relato», explica Rabaneda.
Un espectáculo sin precocinar, amasado en el acto con tantas manos como público en sala
Teatro en Bolas es «auténtico porque es transparente y sorprendente, de hecho nosotros somos los primeros sorprendidos a cada segundo. La sencillez de construir un espectáculo sin precocinar, amasado en el acto con tantas manos como público en la sala. Dirijo los estímulos que te regala el «públicolaborador», guionizo al tiempo que actúo, escribo canciones mientras canto, el técnico ilumina lo que ve y el músico compone desde la emoción. Y ese todo se convierte en una obra que jamás podría haberse escrito en un ordenador.
Llevar varios meses con el espectáculo no le relaja a la hora de afrontar cada función, más bien tiene presión por las expectativas: «A un minuto de arrancar me pregunto, ¿Qué pasará hoy? Intento probar nuevas formas de abordar historias, para los que repiten, y como filosofía base: nunca repetir. No hay relajación posible«.
Por último, le preguntamos sobre la última obra que haya visto: «Si estáis por Canarias, ojo al dúo de dialoguistas Canariunt Comedy«, con quienes tuve el gustazo de, por fin, hacer un trío este verano. Y a mis aventajados alumnos de improvisación «Impropio». Furor en Las Palmas», no sin antes recomendarnos Teatro en Bolas cada fin de semana en el teatro Sala Tú: «Hay mucha gente que al final de la obra ha coincidido en decirme que «hacía tiempo que no me reía tanto».
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