Una casa vista por la mirilla a lo largo de más de cuatro décadas, desde que la adquiere la familia Blanco, en el año 1967, hasta la actualidad, en la que los últimos miembros de esta familia son desalojados por desahucio. Es Se Vende, la obra de teatro que puede verse en La Puerta Estrecha (Madrid). Entrevistamos a su autora y directora, Carmen Soler, para que nos cuente más del espectáculo.
«La obra aborda el problema de la vivienda en España, pero no se limita a retratar la situación actual, sino que intenta hacer una retrospectiva sobre la cuestión, plasmando diferentes momentos en la vida de los personajes que intervienen en la trama. A pesar de tocar un tema tan espinoso, el tono de la pieza alterna momentos de drama con otros que están llenos de humor«, explica Soler. «Emociona, divierte y hace pensar sobre una cuestión actual que, de una manera u otra, nos afecta a todos».
La idea surge «a raíz de un proyecto anterior: Grita, una obra de teatro breve que hemos representado durante más de un año en diferentes salas de Madrid. Esta pieza corta trata sobre dos hermanas que viven en la misma casa: Andrea, una mujer que, debido a una enfermedad, no puede llevar una vida autónoma y depende por completo de su hermana mayor, Belén, que ha dedicado su vida adulta a cuidar de ella. Grita es una pieza muy especial en la que hemos explorado el mundo del gesto y el silencio, así como la cercanía física con el público, que durante las funciones estaba muy cerca de las actrices en la escena, compartiendo con ellas la intimidad de un dormitorio. Esto, sumado al hecho de que los espectadores también tenían un papel claro en la función, como personaje antagonista de Andrea, hacía de cada representación un viaje muy intenso -relata Carmen-. El contacto con el público durante este largo año fue constante, tanto durante las funciones como después. Así pudimos recoger la opinión de muchos espectadores, que nos contaban sus impresiones sobre la obra, la historia, los personajes,… Y muchos de ellos coincidían en que les gustaría saber más acerca de la vida de Andrea y Belén. Así surgió Se vende, como un proyecto de ampliación de Grita, de hecho la pequeña pieza es ahora una de las escenas de la obra. Ha sufrido algún cambio para engarzarla con el resto de escenas que componen la historia, pero es prácticamente la misma. Por otro lado, la temática también se amplía necesariamente, así como el número de personajes.»
La obra es bastante coral aunque «puede decirse que los personajes más relevantes son los que pertenecen a la familia que habita la casa: Andrea, Belén, la madre y el padre. También conoceremos a Roberto, el novio de Belén, a Isabel, una agente judicial y a Damián, el procurador de un banco. Pero a estos personajes, que son encarnados por los actores, hemos de añadir dos personajes más: uno es la casa, que juega un papel fundamental en todas las escenas y otro es el propio público que, como ya sucedía en Grita, se convierte, literalmente, en un personaje más de la historia«, asegura su autora.
La elección de los actores viene de proyectos anteriores: «Hemos trabajado juntos en otros proyectos, en el marco de Nuevenovenos y hay una manera común de entender el trabajo que hace que todo fluya muy bien. Por otra parte, Eva Redondo, Velilla Valbuena y yo nos conocimos en el Colaboratorio, el grupo de investigación teatral permanente de José Sanchis Sinisterra, en el Nuevo Teatro Fronterizo. Velilla era mi compañera en Grita, interpretando a Belén y Eva se encargaba de la puesta en escena. En esta versión larga, se incorporan al elenco Eva y Pedro Ros. Somos tres actrices y un actor para encarnar a siete personajes. Ardua tarea para los que doblan, sobre todo para Pedro, que interpreta a tres diferentes», recuerda Carmen.
La historia recuerda en algunos aspectos a Historia de una escalera, de Buero Vallejo: «Uno tiene que ver con la coordenada espacio-temporal. En ambas piezas, la trama se desarrolla en un espacio único que veremos evolucionar (o no) a lo largo de varias décadas. La diferencia entre una y otra está en el sentido en que transcurre el tiempo. En Se vende, el sentido de la cronología es inverso; es decir, la primera escena sucede en la actualidad, pero los momentos a los que asistimos en las escenas siguientes implican sucesivos saltos que nos harán retroceder en el tiempo. Así hasta llegar a la última escena, que ocurre en el año 1967. Otra similitud puede encontrarse a nivel temático, pues es común en ambas obras el tema de las aspiraciones o anhelos humanos. El paso del tiempo nos permitirá averiguar en qué medida se cumplirán los deseos y los sueños de los personajes que habitan ese lugar«, comenta su directora.
El silencio es un «elemento que tuve muy presente en la dramaturgia de la obra y que después, en la puesta en escena, hemos seguido trabajando. Tratar de involucrar al espectador en la creación de la obra me parece fundamental y creo que el silencio puede ser una manera de ayudarle a formar parte de lo que sucede en la escena. El silencio puede ser el “lugar” en el que el público trate de resolver los interrogantes que van surgiendo en su cabeza mientras ve la función, de buscar la pieza que le falta para completar el puzle. Esto lo mantiene muy activo, construyendo la historia con nosotros “aquí y ahora”. El silencio tiene que ver también con no dar toda la información de forma explícita y con el hecho de que lo explícito no se corresponda exactamente con el universo que subyace debajo de lo aparente. La palabra puede engañar, el silencio no. En el silencio está lo que no nos atrevemos a expresar, lo que no está permitido decir, lo que no sabemos… Y entre todas las opciones de respuesta para resolver cualquier interrogante, en el silencio también se esconde la verdad», aclara Soler.
TAMBIÉN TE INTERESA:
-
Entrevista a Borja Luna, actor de LA HOSTERÍA DE LA POSTA
-
Entrevista a Isidro Romero, director de DÍMELO AL OÍDO
-
Entrevista a Luis Andrés, director de VOOYEUR
-
Entrevista a Fernando J. López, autor de DE MUTUO DESACUERDO
-
Ana Rodríguez-Calvo, actriz de PUTI Y ZORRI, las bailarinas del WhatsApp (entrevista)